Junio llegó y paso. Y el anuncio del seremitt de Valparaíso (en enero, Patricio Cannobbio) no se cumplió.
Hubo renuncias, interinato y cambio de seremi de transportes.
Nombraron a Mauricio Candia (¡el padre del actual sistema en 2007, con exclusión de Quintero y todo!), el que inició varias tiendas de conversaciones con autoridades locales y vecinales, especialmente sobre la calidad y mejoras que demanda el transporte público en las comunas del Gran Valparaíso.
Excepto Quintero.
Y, mientras seguimos en espera de la micro, ¡por casi 3500 días!, no hemos dejado de pensar cómo debería "empezar a mejorar" la situación del transporte público entre Quintero y el resto de las comunas de su metrópoli, e, incluso, el área de su influencia más allá del precinto Metropolitano del Gran Valparaíso.
Es así como, fruto de cavilaciones, desvelos y conversaciones con vecinos y autoridades locales, entre ellos, mi amigo el arquitecto y concejal quinterano Felipe Vergara Lucero, es que pueden formularse estas "CONSIDERACIONES para la implementación del TMV" en Quintero.
(Todo ello, sin perjuicio de que el seremi quiera participarnos las suyas...)
Transcribo a continuación, en varias partes (sí, ¡es largo!).
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CONSIDERACIÓNES REFERENTES A LA REINCORPORACIÓN DE QUINTERO EN EL SISTEMA LICITADO DE TRANSPORTE DEL GRAN VALPARAÍSO “TMV”.
INTRODUCCIÓN
SITUACIÓN. ¿CÓMO LLEGAMOS HASTA ACÁ?: Luego del anuncio efectuado a fines del mes de enero de 2016 por el entonces seremi de transportes y telecomunicaciones, Patricio Cannobbio, de sumar a la comuna de Quintero a la cobertura de los servicios de buses del TMV, no se han percibido mayores evoluciones a la fecha.
Pese a no ser una materia que haya desatado grandes y continuadas manifestaciones visibles de conmoción social en la comuna, en comparación, por ejemplo, con los trístemente frecuentes episodios mayores de contaminación ambiental en la zona como los últimos derrames de hidrocarburos en la bahía, sí se trata de una cuestión ríspida que impacta profundamente en la economía de las familias, ha supuesto elevados desembolsos para el municipio (por concepto de buses de acercamiento dentro y fuera de la comuna), y ha coartado las posibilidades de desarrollo y libre desenvolvimiento de quinteranas y quinteranos, en tanto ciudadanos del Gran Valparaíso.
El que no hayan ocurrido manifestaciones de descontento social por este tema se explica, en buena parte, por la situación espacial de la comuna, en que la mayor parte de sus habitantes viven concentrados en un sector urbano próximo a la bahía al cual se accede por sólo una gran vía que llega hasta el centro histórico de la comuna, la ruta F-210, estructura que, a falta aún de hallarse completamente operativa la costanera de la bahía (conocida como “Vía PIV 5-6” en el Plan Intercomunal de Valparaíso de marzo de 1965), constituye hoy el único contacto con el exterior de las dos grandes porciones fundacionales de la ciudad, el extenso sector de Loncura por el este y la península de Quintero por el oeste, separados ambos por el Aeropuerto militar de la FACh bajo cuya segunda pista se sitúa en túnel la referida ruta F-210.
Es menester adicionar, a tal situación de precariedad vial, la pérdida de una cualidad esencial que hizo posible el crecimiento urbano de la comuna como fue contar con trenes de pasajeros de forma regular. Al cese de dichos servicios y su reducción a tráfico de carga deben sumarse el levantamiento de las vías en la década de los ochenta y la falta aún de consideración sobre la faja existente (que pasa por Loncura en el sector “Km 4”) en los planes y estudios para expansión del Metro de Valparaíso, siendo clave su situación litoral norte-sur desde Ventanas hasta el río Aconcagua con miras a una posible “línea 2” del Merval que conecte a Quintero con Viña del Mar, pasando por Concón y Reñaca, sirviendo tanto para descomprimir el atochado flujo vial de la ciudad jardín al norte, al mismo tiempo que pueden distribuirse mejor los tráficos hacia el litoral al norte de Puchuncaví hasta la provincia de Petorca.
EXCLUSIÓN E INVISIBILIZACIÓN: A pesar de que, al establecerse el concepto de “Gran Valparaíso” por el Plan Intercomunal de 1965, se incluye dentro de dicho espacio a la totalidad de la comuna de Quintero (Arts. 6 y 7, Decreto N° 30/1965 MOP, D.O. 1°-3-1965) y al sector Ventanas de la comuna de Puchuncaví, dicho elemento fue ignorado por completo por la Secretaría Regional Ministerial de Transportes (Seremitt) al momento de establecer las condiciones operativas del sistema licitado TMV.
Echando mano a las facultades discrecionales que a dicha repartición competían, en virtud de lo dispuesto en el artículo 42 del D.S. N° 212 de 1992, se dispuso, sin mirar a la sostenida y continua ocupación residencial del territorio comunal al este de la ruta F-30E, establecer una definición de “Gran Valparaíso” con exclusión de las comunas de Quintero, Puchuncaví y Casablanca.
Así, se estimó por Resolución Exenta N° 1156 de 2003 que las comunas de Valparaíso, Viña del Mar, Concón, Quilpué y Villa Alemana tenían una mayor relación entre sí. Esta apreciación quedó finalmente cristalizada a principios de 2007 al darse el vamos al sistema licitado sin la comuna de Quintero la cual era servida, en dicha fecha, al menos por 3 líneas en sus trayectos hacia y desde Viña del Mar y Valparaíso, además de contar en dicho entonces con servicios regulares a Maitencillo y el Litoral Norte, hasta La Ligua inclusive.
Algunos ciudadanos hicieron diversos reclamos al respecto, incluso, representando a la autoridad de transportes de la región la violación de los fueros jurídico-territoriales que establecían al Gran Valparaíso como unidad de aplicación; mas, haciendo nuevamente referencia a las facultades discrecionales de la Seremitt, estas presentaciones, y otras en relación al funcionamiento de los servicios remanentes, tuvieron poca o ninguna acogida.
La situación siguió, pues, un tránsito de franco deterioro.
A la práctica desaparición de los servicios que conectaban a Quintero con La Ligua, el Litoral Norte y Maitencillo (en la vecina comuna de Puchuncaví), siguió la salida de competidores en la ruta a Concón, Viña del Mar y Valparaíso, cerrándose la puerta a otros actores y quedando la propia Seremitt atada de manos ante los reclamos de los usuarios sobre las conductas abusivas acaecidas, principalmente, en la línea Sol del Pacífico.
A los aumentos tarifarios unilaterales, desde 2007 a la fecha (y que sólo requerían de la Seremitt serles comunicados por carta para luego ser publicados al interior de los buses), se agregaron el maltrato de algunos choferes a estudiantes (con amenazas, a veces consumadas, de dejarles en medio del camino) y la degradación de las condiciones de viaje de los usuarios quienes, a menudo, deben abordar buses ya aglomerados tanto de ida como de regreso, quedando luego de las 22:00 horas sencillamente sin transporte hasta el día siguiente.
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